El pasado sábado de carnaval me disfracé. Algo que, como muchos de ustedes sabrán, está empezando a ser una costumbre muy fea (odio los disfraces, tengo un sentido del ridículo muy desarrollado). Por si esto fuera poco, salí en la cabalgata de disfraces de Logroño... Aunque no es muy glamurosa, la verdad que fue una experiencia estupenda, me lo pasé genial. Sobre todo porque da gusto ver a los niños tan contentos, tan guapos, tan originales (algunos) y tan emocionados de hacer algo diferente en este largo invierno.
Creo que muy poca gente captó el porqué de nuestro disfraz. Unos iban disfrazados de Robin Hood (gracias una vez más a todas las costureras) y otros íbamos de banqueros millonetis. En realidad fuimos una comparsa cutrilla, apagadilla y poco ruidosa, pero nuestro objetivo era otro....
El motivo del disfraz era solicitar que se apruebe la llamada tasa Robin Hood, un impuesto de tan sólo el 0,05% aplicado a las transacciones que realizan las entidades financieras entre sí , que podría generar miles de millones de euros (se calcula que unos 300.000 millones de euros anuales) para combatir la pobreza dentro y fuera de Europa, y hacer frente a los efectos adversos del cambio climático. En otras palabras, este impuesto podría ayudar a resolver la mayoría de los grandes problemas de nuestro mundo, sin que le cueste nada a los ciudadanos de a pie. De ahí que nuestro grito de guerra fuera: "Que no paguen los de siempre".
Si esto te parece una buena idea, si quieres más información y/o además quieres aportar tu grano de arena para que este mundio cambie puedes visitar la página:
http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=3801
"Porque, a veces, las cosas cambian. Ya sé que parece imposible, que es increíble, pero, a veces, pasa" (Átlas de Geografía humana, Almudena Grandes).
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